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Juan entrevista a Samuel
Abril 2015
Hoy abordamos aquí un asunto sencillo en su apariencia y determinante en su consecuencia: el mantenimiento de extintores. No es una cuestión de trámites ni únicamente de cumplimiento normativo; hablamos de prevenir que un incidente se convierta en tragedia. Con rigor periodístico —y con la serenidad que impone la materia— explicamos qué hay que saber, qué hay que hacer y por qué no puede esperar.
En los últimos años la dispersión de actividades (teletrabajo en domicilios, coworkings, naves industriales con procesos variados) ha multiplicado los riesgos y la responsabilidad. Un extintor visible no basta: debe funcionar. El extintor es un primer escalón de defensa que puede contener un fuego incipiente, evitar evacuaciones masivas y reducir daños materiales. En pocas palabras: un extintor mantenido salva vidas y patrimonio.
El mantenimiento de extintores se articula en varios niveles que complementan la vigilancia cotidiana y las intervenciones técnicas. Resumimos los hitos imprescindibles:
Este sistema escalonado garantiza que el extintor esté operativo cuando sea necesario y que el cumplimiento documental respalde la actuación en casos de inspección o siniestro.
Para quien busca información práctica sobre equipos y opciones del mercado, conviene informarse bien antes de adquirir o sustituir unidades, porque la compra y la instalación son el punto de partida de un sistema fiable. Por ejemplo, la elección del extintor apropiado —por clase de fuego, entorno y tamaño del riesgo— marca la diferencia entre controlar un conato o tener que afrontar un incendio en expansión.
No existe una única tabla que sirva para todos; sin embargo, la combinación de inspecciones mensuales por el titular del local y revisiones anuales por empresa autorizada es la práctica mínima aceptable. Adicionalmente, según el tipo de actividad y el riesgo (hostelería, industria, centros educativos, instalaciones eléctricas sensibles), se pueden exigir controles más estrictos.
La responsabilidad última recae en el titular del local o del edificio: es quien debe contratar, programar y conservar la documentación. No es un trámite: es una obligación con consecuencias legales y, por encima de todo, éticas.
Cada tecnología exige consideraciones concretas:
Indicados para fuegos de clase A. Su mantenimiento se centra en la ausencia de corrosión, la integridad de boquillas y mangueras y la estanqueidad del recipiente.
Versátiles (clases A, B y C). Se revisa el estado del agente extintor para evitar apelmazamientos y se verifica la presión y el peso. La recarga tras uso es obligatoria.
Ideales en entornos eléctricos por no dejar residuo. Requieren control estricto de fugas y pruebas de presión. Su cilindro, sometido a alta presión, debe pasar las pruebas de integridad en los plazos reglamentarios.
Cuando en el entorno existen equipos eléctricos sensibles o salas con riesgo químico, la elección de un extintor CO2 puede ser la decisión técnica que minimice daños secundarios y garantice una actuación limpia y efectiva.
Una empresa autorizada no solo marca la etiqueta: realiza comprobaciones metódicas que incluyen la verificación del manómetro, el peso del agente, la integridad del sello, el estado de las boquillas, la ausencia de corrosión y la documentación correspondiente. Además, aconseja sobre la disposición óptima —visibilidad, señalización y accesibilidad— y sobre el mapa de riesgos del edificio.
Cada actuación debe quedar reflejada en un informe con fecha, técnico responsable y trabajos realizados. Esta trazabilidad es capital: facilita la gestión preventiva, permite planificar recambios y es clave ante inspecciones regulatorias o procedimientos de siniestro.
Enumeramos los fallos que más vemos y cómo evitarlos:
Un consejo práctico: integrar las revisiones en el calendario anual de mantenimiento del edificio y asignar responsabilidades concretas. Así se evita que la responsabilidad se diluya y se mejora la cultura de la prevención.
Para mantenerse informado sobre novedades técnicas, normativas y casos prácticos de intervención, es útil consultar fuentes especializadas. Un recurso recomendable es este blog de protección activa contra incendios, que actualiza buenas prácticas y soluciones del sector.
La normativa española establece hitos y responsabilidades claras: plazos para pruebas hidrostáticas, periodicidad mínima de revisiones y obligaciones de documentación. No es un texto burocrático: es un esquema de seguridad. Cumplirlo evita sanciones y demuestra diligencia en la gestión del riesgo.
El coste de un programa de mantenimiento no debe verse como gasto sino como inversión en continuidad operativa y tranquilidad. Comparar precios está bien, pero primar el criterio técnico y la experiencia es imprescindible: una intervención mal hecha puede costar mucho más que la diferencia económica inicial.
Complementario al mantenimiento es capacitar a las personas para el uso efectivo del extintor y para la detección de señales de alarma. Los simulacros periódicos consolidan los procedimientos y disminuyen la probabilidad de errores en el momento crítico.
El mantenimiento de extintores no es una tarea de un día ni un mero trámite: es un proceso continuo que articula comportamiento responsable, decisiones técnicas y cumplimiento normativo. Recomendamos adoptar un enfoque sistemático: inspecciones mensuales, contratos con mantenedores certificados, registro documental y formación de usuarios.
Actuar hoy evita lamentar mañana. Desde la compra y la instalación hasta la última prueba hidrostática, cada etapa forma parte de un mismo propósito: proteger vidas.