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CURSO 2014-2015
CONCURSO DE CUENTOS.

   CONCURSO DE CUENTOS DEL BIBLIOBÚS.   

     La Diputación de Valladolid ha organizado un concurso de cuentos y como todos los años, este es el cuento de nuestro colegio. Lo han escrito entre Juan y Samuel, aunque Valentín a ratos les ha ayudado un poco. Si tienes un rato, leelo, la historia está graciosa.

 

SOÑANDO UN MUNDO DIFERENTE

Este cuento trata de una ciudad muy rara. No sólo porque se llama Reptilandia y porque cada familia tiene que tener un reptil en su casa. ¿Sabéis por qué digo que es muuuuuuuy rara? Porque cada semana solo trabaja uno de los dos padres. Mientras uno tiene que trabajar el otro se encarga de los hijos. Así todo funciona mejor. O eso creo.

Los protagonistas de nuestra historia se llaman Roberto y Ana. Los dos tienen diez años, son amigos, estudian en el mismo colegio y parece que les ha llegado la curiosidad por conocer lo que está ocurriendo en su ciudad.

Los padres de Roberto se llaman Tomás y Julia.

Los padres de Ana se llaman Jacobo y María.

Hoy es viernes, el último día de la semana. A Tomás, el padre de Roberto, le ha tocado trabajar en una peluquería. Justamente ese día, la madre de Roberto le dijo que tenía que ir a cortarse el pelo porque lo tenían muy largo. Aprovechando que su padre era el peluquero, le dijo a su amiga Ana que le acompañara y así ella también se hacía un peinado guay.CUENTO BIBLIOBÚS 2015

Al llegar a la peluquería, Tomás, el padre de Roberto se puso muy contento. Primero le preguntó a Ana que qué tipo de peinado quería y cuando terminó con ella se puso a cortar el pelo de Roberto. Los que quedaron guapísimos.

Otra cosa que no os he contado de esta ciudad tan rara, es que no hay dinero para pagar. Hay que demostrar las habilidades que cada uno tiene. Mi padre que era el trabajador de la peluquería, nos mandó cantar y escenificar la canción de Macaco que se llama” Una sola voz” y sin pensárnoslo ni un segundo, nos pusimos un gorro, unos guantes y un disfraz que había por la peluquería, y nos pusimos a cantar y a bailar. A la gente que estaba en la peluquería les gustó mucho el baile, y nos dejaron irnos. Esa era la forma de pagar el corte de pelo que nos habían hecho.

Pasado el fin de semana, y llegado el lunes, los turnos de trabajo cambian. A Tomás le toca quedarse en casa atendiendo a Roberto mientras que Julia, su madre, se va a trabajar. Lo mismo les sucede a los padres de Ana.

Esta semana, la madre de Ana, María, es bombera, y le ha sugerido al profesor que podíamos hacer una excursión a ver el parque de bomberos donde está trabajando ella. El profesor dijo que era un placer ir de excursión a un parque de bomberos, porque encima Roberto y Ana están dando en clase de Conocimiento del Medio, cómo trabajan los bomberos.

Al día siguiente, el martes por la mañana, era el día de la excursión y Roberto y Ana estaban nerviosísimos porque nunca habían ido a un parque de bomberos.

Cuando llegaron, María estaba en la puerta esperando a toda la clase. Los primero que hicieron nada más bajar del autobús fue saludar a su madre y ponerse en fila para poder entrar a ver el parque de bomberos. ¿Cómo “pagaron” el viaje en autobús? Pues con el recitado de una poesía relacionada con los medios de transporte.

El autobús colorado ¡atchís!

¡Menudo resfriado!

Con tanto barro por el camino,

pilló un resfriado muy fino.

Y así hasta el final del poema.

Todos los niños se sorprendieron al ver lo que llevaba un camión de bomberos. La madre de Ana les dio una charla y les contó todo lo que tenía que llevar un bombero. Después de la charla, les dejaron salir al patio que tenían detrás de la estación de bomberos, y de repente, sonó la alarma de incendios dentro del parque. Esa era la señal que les indicaba a todos los bomberos que había un problema en alguna parte de la ciudad.

Por los altavoces, se dijo que había un incendio en una carnicería. Los niños se asustaron un poco por el jaleo que se montó en un segundo. Todos los bomberos se pusieron en marcha a toda velocidad. Cogieron sus trajes de emergencia y se montaron en el camión de bomberos.

El profesor se llevó a los niños a un rincón para que no molestaran, pero María, la madre de Ana pidió permiso al profesor para poder llevarse a Roberto y a Ana a esta emergencia. El profesor dijo que sí por que así pueden ir aprendiendo si de mayor les toca ser bomberos alguna semana.

María les puso un casco de bomberos a los dos niños y se los llevó en el camión de bomberos con la sirena puesta a tope. ¡Menudo ruido había dentro del camión!

CUENTO BIBLIOBÚS 2015Al llegar a la carnicería los bomberos sacaron su manguera de agua y apagaron el incendio. La gente que estaba alrededor de la carnicería les dijo a los bomberos que el carnicero estaba atrapado dentro. Rápidamente María se puso la máscara anti humos y se metió por la puerta de la  carnicería por donde salía un humo espeso que no dejaba ver nada. Ana se puso a llorar porque pensaba que su madre estaba loca queriendo entrar a un lugar lleno de humo y… de entre el humo, salió María con el carnicero. Éste se había quedado agachado en la parte trasera de la carnicería y así no respiraba ese humo negro. Menos mal que llegó la bombera María.

Todo el mundo se puso aplaudir a los bomberos y a María en especial. Ana se bajó del camión de bomberos y dio un achuchón su madre que casi le rompe las costillas. Las dos se miraron y se pusieron a reír.

Terminada la faena, recogieron todas las mangueras y se fueron al parque de bomberos. Antes de despedirse, el carnicero con su familia cantó una canción, a tres voces, como agradecimiento de haberle salvado la vida.

El miércoles, cuando llegaron a colegio, Roberto y Ana contaron todo lo que les había pasado en el incendio. Decidieron escribir una miniobra de teatro y luego la representaron delante de todos sus compañeros. Fue una experiencia inolvidable.

Y pasaron día tras día tras día, hasta que llegó el lunes siguiente. Como ya sabéis, los lunes es el día en el que los trabajos de los padres cambian. Como María había sido bombera la semana pasada, esta semana le toca estar en casa con sus hijos. Mientras que su marido Jacobo le toca trabajar en una frutería que había en la ciudad donde vivían Roberto y Ana llamada Reptilandia.

El profesor del colegio sabía que el padre de Ana esta semana era el frutero, por lo que les pidió a Roberto y a su amiga Ana que si podían preparar para los recreos de esa semana unos almuerzos saludables hechos con frutas.

Al salir de clase,  se fueron directamente a la frutería donde estaba trabajando Jacobo.  Cuando llegaron, Ana le contó a su padre que el profesor les había puesto de tarea el preparar el almuerzo de esa semana. Tenía que ser un almuerzo saludable hecho a base de frutas.  Roberto y ella habían elaborado una lista de distintos tipos de frutas que necesitaban para toda la semana.

 Ana estaba pidiendo a su padre unos cuántos plátanos y unas mandarinas, cuando de repente… un señor llegó y nos quitó las bolsas con la fruta. Salió corriendo de la frutería casi sin darnos cuenta. Y nosotros gritamos: ¡AL LADRON!

De repente oímos la sirena de un coche de policía que llegó y paró al lado nuestro. Cuál fue nuestra sorpresa que dentro del coche de policía estaba la madre de Roberto. Ella también se llevó un susto al ver que al niño que habían robado era a su hijo y a su amiga. Lo primero que hizo fue pregunta si los dos estaban bien. Jacobo le contó a Julia, la madre de Roberto, la policía de la semana, cómo había sucedido todo.

Julia se montó en el coche de policía para perseguir al ladrón, pero Ana y Roberto le pidieron permiso para poder ir con ella. La madre accedió con la única condición de que no podían salir del coche de policía. Los tres se montaron en el coche y pusieron la sirena. Al igual que en el coche de bomberos, el ruido era ensordecedor.

Al cabo de un rato parecía que el ladrón se nos había escapado pero gracias a la ayuda de un GPS le localizamos y le pillamos con las manos en la masa. Se estaba comiendo los plátanos que había robado de la frutería. Julia le puso las esposas y le llevó a la cárcel.

Cuando llegamos a la cárcel al ladrón lo metieron entre rejas y Roberto y Ana se hicieron una foto con Julia, la madre de Roberto, para poder llevar al día siguiente un recuerdo al colegio.

Al día siguiente, al llegar al colegio con toda la fruta para el almuerzo, le contaron al profesor y a sus compañeros lo que les había pasado. Esta vez no hicieron una obra de teatro, sino que prepararon un rap.

La fruta fuimos a comprar

y un ladrón nos la quiso robar.

Se llevó nuestra fruta

y nos dejó vacíos en la ruta…

Un aplauso enorme sonó en toda la clase.

Así da gusto ir al colegio. Todo lo que se aprende en las aulas se usa en la vida de cada día.

Hora de ir a casa y contar todo a los padres. La hora de la cena es el momento en el que se juntan todas las familias y comentan lo que han hecho en ese día. Roberto y María, después de ducharse y ayudar con los preparativos de la cena, contaron a sus respectivos padres lo que les había pasado. Estaban tan cansados que se fueron a la cama sin pedir permiso para ver la televisión.

¡Rinnnnnng! ¡Rinnnnnnnnnnnng!

Sonó el despertador de Roberto y tenía la cabeza como aletargada. Algo raro pasaba en su casa. Demasiado silencio. Sólo se oía un secador en la habitación de sus padres. De pronto se oyó la voz de su madre:CUENTO BIBLIOBÚS 2015

- ¡Roberto, date prisa que no llegamos a madrugadores!

No entendía nada.

Se arregló, desayunó, se lavó los dientes.

Ni rastro de su padre.

Estaría trabajando.

La madre bajó corriendo las escaleras vestida de ejecutiva, con la cartera en la mano y el mando del coche en la otra diciendo:

- ¡Vamos, parece que estás soñando! ¡Despierta!

Se montó en el coche, y al llegar al colegio allí estaba María. Los dos tenían una sensación rara. Se miraron pero no se hablaron. Se sentaron uno junto al otro en la sala de madrugadores del colegio, y después de un rato… dijeron:

- Me gustaba más nuestro mundo diferente.

 

 

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