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CURSO 2013-2014
Concurso de cuentos

CONCURSO DE CUENTOS DE LA DIPUTACIÓN.

          Como cada año, la Diputación de Valladolid, organiza un concurso de cuentos. Este curso los niños escribimos uno y los "seniors" pueden escribir otro. Héctor se ha animado y a escrito un cuento titulado LA VENDIMIA DE MI ABUELA TOYA. Leerlo y os gustará. Es un cuento, pero a la vez tiene detalles de realismo. ¡Cuidado con SINDEDOMAN! Gracias Héctor.

Concurso de cuentos

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 Concurso de cuentos

 

LA VENDIMIA DE MI ABUELA TOYA.

           Este año…

          ¡Espera!

          Que aún no me he presentado.

          Mi nombre es Héctor, tengo once años y voy ha cumplir doce el marzo que viene. Bueno… ¿Por donde iba…? ¡A sí! Este año voy a aprender a vendimiar. Mi abuela Toya y mis padres me van a enseñar, pero la que de verdad sabe cómo funcionan estas cosas es la abuela, que es la que se ha encargado de este tema toda su vida.

         Estaba yo jugando en el parque con Samuel, mi amigo del colegio, cuando vino a buscarme mi abuela y me dijo:

- Ya eres mayor y cada vez te haces más viejo chico. Y creo que tienes que heredar todo lo que hay en nuestra familia. Pero primero tienes que saber.

- ¿Qué quieres decir? – le dije.

- Que  ya eres mayor para venir a vendimiar con nosotros. Así que ¡a vendimiar se ha dicho! – ordenó mi abuela.

- ¡Jo! No me apetece ir.

- Pues primero te estás allí y luego te vienes a jugar.

- Vale - dije con mala gana, pero la acompañé hasta casa.

            Al llegar a casa, mi abuela me llevó al garaje donde tiene guardados todos los aperos de la vendimia. Quería explicarme para qué sirve cada aparato.

           La verdad es que mi abuela es muy valiente, porque se quedó sin marido hace muchos años porque se murió de cáncer de garganta y ella sola sacó adelante a toda la familia: tres hijas (Rosa, Alicia y Adela). Y ahora, que ya está mayor, también se encarga de los seis nietos (Julia y Clara – Alba y yo, Héctor – Sergio y Vega).

          Me acuerdo que cuando era pequeño, como mis abuelos se murieron antes de que yo naciera, yo llamaba abuelo al abuelo de mis primas Clara y Julia. Es lo que pasa cuando no tienes abuelos de verdad.

           A lo que vamos, a los aparatos de vendimiar.

          Quería conducir el tractor con el remolque y ella me decía que no porque era pequeño. Pero para usar el cuchillo y las tijeras, que es lo aburrido de vendimiar, sí que era mayor. Aunque me dijo la abuela que también era peligroso porque me podía cortar en el dedo. ¡Jo! ¡Qué morro! Para unas cosas soy mayor y para otras no.

          Ya era sábado y ya era hora de ir a vendimiar.

          Hacía mucho calor (35 grados).

         Mis primos pequeños estaban jugando con la arena mientras que yo trabajaba como un esclavo. ¡Qué injusta es la vida…!

- Héctor, te voy a enseñar como se vendimia. Tienes que coger el racimo, cortarlo por arriba y luego echarlo en la caja sin que se golpee. Cuando esté llena la caja, la llevas al lado del remolque - dijo mi abuela.      

         Me puse a vendimiar con las tijeras y con la caja debajo de los pies, pero claro, con los ruidos del cañón que espanta a los pájaros y con mis primos llamándome todo el rato para ir a jugar con ellos…

- ¡AU! ¡MI DEDOOO! - dije con todas mis fuerzas.

          Me corté el dedo desde el hueso y tuve que ir a urgencias. No hice caso al consejo de mi abuela y me despisté un momento mirando a mi alrededor, cuando cerré las tijeras y… menudo dolor.

          Mi madre se puso muy nerviosa y mi padre no estaba porque se había ido a llevar el tractor con el remolque lleno de uvas a casa. La única que reaccionó con tranquilidad fue la abuela Toya.

          Como teníamos la nevera con la bebida llena de hielo, se acercó a toda prisa, sacó un poco de hielo y metió el dedo con el hielo en una bolsa. Casi al mismo tiempo, me puso un paño limpio en la herida y apretó para que dejara de sangrar.

          ¿Dónde habrá aprendido mi abuela estas cosas? Ella no fue a la escuela, pero es muy lista.

           Al llegar al hospital, me cosieron la herida y me pusieron mi dedo, pero con el paso de los días, mi cuerpo lo rechazó y me tuvieron que poner un dedo robótico. Es un dedo especial, puesto que es “antiagua” (esta palabra me la acabo de inventar) y no pasa nada si lo meto en cualquier líquido.

           Menudo disgusto tenía toda mi familia, en especial mi abuela, que fue la que confió en mí y por su culpa me había cortado el dedo.

           Al llegar a casa, mi abuela me dio 50 euros de propina. Al final tenía algo de bueno. Ya sé que suena un poco egoísta, pero toda mi familia me dio regalos.

           El día siguiente cuando fui al corral que es el sitio donde pisamos las uvas. Una gallina se metió donde están los cerdos y a los peques les daba miedo que se saliera de allí. Yo la intentaba dar con los membrillos, que también había en el majuelo, pero al final no la di. Casi la reviento la cabeza. Menos mal que tiene buenos reflejos y consiguió escapar.

           Bueno, a mí me tocó colocar las cajas en fila y luego fui a pisar uvas y se me olvidó mencionar en la lista que usamos botas para pisarlas. Como los pequeños estaban juguetones, me mancharon de zumo de uvas hasta los huesos, literalmente, porque se manchó el hueso que sobresalía para conectar el dedo robótica.

           Mi abuela se enfadó y dijo que el trabajo de vendimiar era para estar con la familia, pero también era un día serio, ya que del trabajo de esa jornada dependía que pudiéramos tener buen vino y poder venderlo. Mi abuela siempre está pensando en la familia y en poder sacarla adelante, no se da cuenta que mi madre y mis tías tienen trabajo y nosotros nos juntamos a vendimiar para pasarlo en grande.

          Da igual, todos queremos a la abuela porque es la que une a esta familia.

          Para terminar esta jornada, nos fuimos a cenar todos juntos en cada de mis padres. Después de un duro trabajo, nos comimos una barbacoa de carne que a todos nos encantó porque estábamos muertos de hambre.

           Al final, nos hicimos una foto de familia, pero yo le pedía mi madre que me hiciera una foto con mi abuela, porque es la persona que más quiero en este mundo, después de a mis padres.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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